- Contraparte local: Religiosas Pureza de María
- Fecha de ejecución: Desde 2016
- Presupuesto total: Variable anualmente
- Financiador: Empresarios de Beniel / Fondos propios
- Beneficiarios: variable anualmente
Kanzenze es una población de paso en la carretera nacional entre Lubumbashi y Kananga, al sur del país. Uno de los principales problemas de la zona rural es la falta de un sistema de abastecimiento de agua, lo que obliga a los pobladores a recoger diariamente agua directamente del río o de alguna de las pocas fuentes que existen. Como el suministro es insuficiente, la tarea conlleva que las personas encargadas (habitualmente las niñas) se ausenten durante varias horas de sus obligaciones.
Este trabajo lleva otras dificultades asociadas. Una de ellas son los problemas de espalda, debido a que las mujeres tienen que transportar muchísimo peso (los bidones de agua suelen ser de 20 litros) durante largas distancias desde muy jóvenes. Por no mencionar todas las enfermedades relacionadas con la falta de agua y saneamiento. Otra es que a menudo las jóvenes tienen que buscar el agua pronto por la mañana o a horas tardías, lo cual representa un peligro para su seguridad. Además, la escasez de agua no permite a las familias realizar otras tareas que ayudarían a su economía, como la fabricación de pan, ladrillos o cultivar un huerto familiar.
La Fundación Mainel colabora con las Religiosas Pureza de María en República Democrática del Congo en la construcción de pozos para abastecer con agua a escuelas, barrios y hogares, mejorando así las condiciones de vida de los habitantes de la zona.
Una vez que un hogar o un barrio cuentan con un punto de acceso al agua, los problemas mencionados terminan. La construcción de los pozos genera asimismo empleo, puesto que el proceso se realiza de manera manual por un equipo del poblado. Una vez el pozo está concluido, los mismos habitantes de la zona aseguran la gestión, el mantenimiento y el funcionamiento de los pozos, dado el interés que tiene para ellos. También se designa un responsable de cada pozo que se encarga de la revisión diaria y de controlar el cloro para evitar enfermedades.
Por cada pozo se invierten 200 euros, mientras que los beneficiarios contribuyen para proteger el pozo con un bordillo de ladrillos, comprar cuerda y cubo.