La hermana Victoria nos ha escrito para contarnos cómo van las cosas por Ngovayang, donde colaboramos con Pureza de María en dos microproyectos. Su mensaje irradia ilusión.
Ngovayang es un grupo de tres pueblos pequeños y dispersos en el corazón de la selva tropical del sur de Camerún, a 95 km al noreste de Kribi. Se trata de una zona amenazada por las actividades económicas de los oleoductos y el comercio de madera. El acceso es muy difícil y los caminos de tierra a menudo se llenan de barro por las frecuentes lluvias de su clima ecuatorial.
Los habitantes de Ngovayang viven de la agricultura, la pesca y la cría de pollos, todo ello a pequeña escala, solo para consumo propio. La mayoría vive en construcciones semi-duraderas y solo tiene acceso a agua de manantiales.
Rehabilitación de la parroquia de Ngovayang
La parroquia de Ngovayang atiende a una comunidad cristiana, compuesta por pigmeos y bantúes, en un área de 900 km2. Desde allí se coordina la atención a las distintas comunidades cristianas, a los enfermos, a las familias que tienen que resolver conflictos y anima las actividades de la Comisión de Justicia y Paz.
Su construcción se remonta a principios del siglo XX y actualmente se encuentra muy deteriorada. Por eso desde Fundación Mainel estamos contribuyendo a la rehabilitación de la parroquia y otras construcciones aledañas. Pero es una labor de toda la comunidad. Como nos ha contado la hermana Victoria, han comenzado a arreglar la parroquia, comenzando “por una casita parroquial, los bancos de la iglesia y las ventanas… viendo los pequeños progresos, ¡la gente se ha animado!”, nos traslada.
Según nos cuenta, los parroquianos saben que van a llegar voluntarias, a las que acogerán, y consideran que “si vienen de lejos para colaborar, ¡ellos también van a poner su grano de arena!”, explica la hermana Victoria.
Nos ha enviado fotos de un buen grupo que se ha animado, tras la convocatoria del párroco y está cortando la hierba, plantando, abriendo un camino, rascando un muro de la Sala Parroquial, transportando arena, limpiando los exteriores del hospital… Además, afirma, “nos estamos organizando para que todo el mundo contribuya a la compra de algunos sacos de cemento”.
La hermana Victoria destila ilusión en su testimonio: “es muy bonito este ambiente y el párroco se ha animado mucho. ¡Entre todos podemos hacer cosas preciosas!”.
Mejora de los baños del internado para niñas
Desde Fundación Mainel también estamos colaborando actualmente con la congregación de la hermana Victoria, Pureza de María, en la mejora de las infraestructuras de saneamiento para proporcionar a las 44 niñas que residen allí unos baños higiénicos y seguros.