«Cuando llego a África estoy tranquila porque sé que cualquier problema que tenga se solucionará»

Victoria Braquehais visitó la sede de la Fundación Mainel el pasado jueves en el marco de nuestra actividad “La Hora Azul” que convocamos junto a Comunicadores por Europa.

La misionera reside en Camerún y es responsable de los proyectos de cooperación internacional que desarrolla Mainel con Pureza de María en este país y también en República Democrática del Congo (RDC), donde vivió 10 años.

La hermana comenzó su intervención remarcando uno de los aprendizajes que nos ha dejado la crisis del COVID-19: «Al final la pandemia está siendo una experiencia muy intensa y nos ha demostrado que nuestras vidas están ligadas unas a otras: mientras uno no esté a salvo no está nadie a salvo». Por eso, señaló que «no pasar de largo ante las desigualdades es un desafío personal y un desafío también social». No obstante, también matizó que en Kanzenze (RDC), aunque ahora está más o menos controlado, han temido mucho más al sarampión que a la COVID-19: «Un papá vio morir a sus 7 hijos en menos de un mes». Y también añadió que la malaria sigue siendo la primera causa de muerte infantil, preguntándose en voz alta «¿cómo ha salido la vacuna para el Covid tan rápido y no la de la malaria?».

Victoria quiso aprovechar la conferencia para contar la realidad de muchas personas que, según sus palabras, «muchas veces no cuentan para nadie». Es el caso de las niñas pigmeas bagyeli que viven en Ngovayang, donde la Congregación Pureza de María está a cargo de un colegio y un internado. «Me impresionó mucho la realidad de estas niñas. Las teníamos que llevar a juicio una a una para sacarles el carnet de identidad, para demostrar que son personas y que tienen derecho a la ciudadanía, siendo que han nacido en Camerún», contó la Hermana.

De los diez proyectos que Pureza de María ha desarrollado junto a Mainel en R. D. Congo y Camerún desde 2016 hasta hoy, destacó el valor añadido que suponen, ya que unen el ámbito de la cooperación al desarrollo con la cultura, lo que permite ver África desde una perspectiva que va más allá de los tópicos de siempre y de los estereotipos.

Estos proyectos se pueden englobar en tres categorías: abastecimiento de agua, mejora del entorno educativo y de promoción para el acceso a la educación, y proyectos de mejora de las condiciones de vida a través del emprendimiento.

Tras comentar todos los proyectos, se abrió el debate con los asistentes, durante el que la hermana señaló que trabajan en zonas en donde no hay nadie más: «No sé si está bien que lo diga, no es por hacer propaganda de la casa, pero en muchos sitios donde estamos los misioneros no hay nadie más que la Iglesia».

Uno de sus sueños a medio plazo es poner en marcha proyectos que pongan mundos en contacto. «Para nosotros sería muy bueno que hubiera un proyecto de becas en los que los jóvenes pudieran conocer otra realidad». De sus doce años de experiencia en África, remarcó dos experiencias constantes que le gustaría que los jóvenes de aquí aprendieran: una es la gratitud y la alegría de las personas ante la vida, y la otra, la capacidad de resolución de los problemas. «Cuando llego a África estoy tranquila porque sé que cualquier problema se va a solucionar. Aquí hay muchas facilidades y la gente se crea muchos problemas».

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