A final de octubre visitamos algunas de las comunidades salvadoreñas beneficiarias del proyecto de cooperación financiado por la Generalitat Valenciana.
El Salvador es un país de mil colores, donde lagos y volcanes se alternan a lo largo de impresionantes paisajes naturales. Sin embargo, el legado de la guerra civil de los años ’80 y la más reciente violencia de las pandillas, ahora casi erradicadas por el actual gobierno autoritario de Nayib Bukele, sigue marcando la vida de mujeres y hombres que creen en un futuro mejor.
En este contexto viajamos a finales de octubre para visitar los proyectos de cooperación al desarrollo que tenemos en marcha con nuestro socio salvadoreño CORDES. En particular, el proyecto «Mujeres promueven el derecho a la alimentación desde un enfoque agroecológico en el municipio de Suchitoto«, financiado por la Generalitat Valenciana en su convocatoria de 2023.
Cómo nace el proyecto
CORDES es una institución sin ánimo de lucro cuya misión es lograr el empoderamiento de las comunidades rurales con las que lleva colaborando más de 35 años. Lo hace mediante la ejecución de proyectos socio-económicos sostenibles que garantizan la soberanía alimentaria de las poblaciones más vulnerables, especialmente las mujeres.
Estas comunidades fueron históricamente afectadas por el conflicto armado que produjo cerca de unos 75.000 muertos (mayoría civiles), 550.000 desplazados internos y 500.000 refugiados. Hoy en día, las comunidades rurales siguen aisladas de los centros habitados por falta de infraestructuras y carreteras. Las únicas conexiones son caminos de tierra y piedras, sólo practicables con coches 4×4.
A esto se añade una grave limitación en el acceso a derechos básicos como son el agua y la electricidad, en una sociedad caracterizada por una evidente brecha socio-económica entre hombres y mujeres.
Por ello, el proyecto de CORDES y Mainel, financiado por la Generalitat Valenciana, pretende promover el derecho humano a la alimentación en mujeres rurales con elevada vulnerabilidad económica y social en el municipio de Suchitoto. Lo hace a través de una agricultura y ganadería respetuosa con el medio ambiente, asegurándoles la accesibilidad, disponibilidad y calidad en alimentos producidos localmente.
El viaje
Durante el viaje visitamos algunas de las comunidades beneficiarias del proyecto, concretamente las comunidades Marianela y Montepeque/Monseñor Romero.
En la primera, las mujeres han construido su pequeña granja de pollitos, para la producción de carne, tanto propia como para el comercio local. En la segunda van cultivando maíz, frijoles, tomates y pimientos en unas tierras a las que volvieron después del conflicto armado que terminó en 1992.
Sus relatos sobre la vida durante la guerra civil, la repoblación de las tierras después de los acuerdos de paz y la elevada inseguridad debido a la violencia pandillera, están cargados de emoción.
Sin embargo, ante las heridas emocionales y físicas, siguen sacando su mejor sonrisa, convencidas de que el futuro sólo se puede construir en el día día, con compromiso y constancia, tejiendo comunidad.